EL
APRENDIZAJE ESCOLAR Y SU RELACIÓN DE LA INTELIGENCIA
El estudio de la
inteligencia ha sido objeto de múltiples controversias. En los últimos decenios
se ha escrito mucho sobre esta problemática, tanto a nivel científico como de
divulgación. Todos alguna vez nos preguntamos: ¿Qué es la inteligencia?, ¿Es
una habilidad o son muchas habilidades?, ¿Es hereditaria? o ¿se le adquiere?,
¿Influye el aprendizaje sobre la misma?, entre otras interrogantes. Existen
numerosos criterios, dimensiones y perspectivas para definir la inteligencia.
A
principios del siglo XX, se entendía a la inteligencia como una capacidad
heredada, que se podía explorar y “medir” a través de test. De la
cuantificación de la misma surgió la fórmula del “Cociente intelectual”, que
resultaba adecuada para justificar las desigualdades, desde un orden de lo
“natural”. Posteriormente, en 1927,
Spearman (cit. en Gareca s/f) consideró a la inteligencia como una capacidad
general, única, para formar conceptos y resolver problemas de índole “abstracto”.
En
los años 60, Thurstone y Guilford (cit. en Gareca s/f) sostuvieron la
existencia de varios factores o componentes de la inteligencia. En esta
tradición pluralista se inscribe también, muchos años después la Teoría de las
Inteligencias Múltiples de Howard Gardner (1993) que sostiene que la
inteligencia no es una facultad homogénea, sino un conjunto de habilidades
heterogéneas (inteligencia lógico-matemática, lingüística, musical,
kinestésica, etc.), por lo cual es necesario estudiar cada una de ellas de
manera cualitativa y no sólo cuantitativa, como sostenían los psicometristas;
aunque difiere en gran medida de las fuentes a las que se remite y está basada
en testimonios neurológicos, evolucionistas y transculturales.
Piaget considera a la Inteligencia como “un término genérico que designa las
formas superiores de organización de equilibrio de las estructuras
cognoscitivas... es la adaptación mental más avanzada, es decir, el instrumento
indispensable de los intercambios entre el sujeto y el universo, cuando sus
circuitos sobrepasaban los contactos inmediatos y momentáneos para alcanzar las
relaciones extensas y estables...” o sea, como la capacidad de adaptación del
individuo a nuevas situaciones. “Es primero que todo comprender e inventar” (Piaget,
cit. en Gareca, 2009). Estudia los mecanismos psicológicos de estructuración
endógena que se ponen en juego al momento de construir el conocimiento. De ello
se infiere que considera a la inteligencia y su desarrollo como una
característica individual y de naturaleza psicológica y su objeto principal de
estudio es la manera en cómo el
individuo organiza su experiencia con el medio ambiente físico y social.
Autores
como Mugny y Doise, consideran que la
inteligencia no es sólo una propiedad individual, sino un proceso relacional
entre el individuo y los otros individuos que, construyen y organizan juntos
sus acciones sobre el medio ambiente físico y social, en situaciones
específicas. En la actualidad, estas líneas de investigación culturalistas se
han desarrollado considerablemente, en virtud de los aportes de la teoría
sociocultural de Vigostsky y de sus seguidores, quienes sostiene que los
procesos psicológicos superiores (entre ellos, la inteligencia) se forman y desarrollan
en el mundo de la cultura y en la vida social, es decir, en la participación
del sujeto en actividades compartidas con otros.
Para López (2009), la
inteligencia escolar consta de tres grandes dimensiones (por eso se denomina
tridimensional), que son las siguientes:
- Inteligencia cognitiva: consta de un conjunto de procesos cognitivos, capacidades, destrezas y habilidades. Estas capacidades pueden ser prebásicas (percepción, atención y memoria), básicas (razonamiento lógico, orientación espacio-temporal, expresión oral y escrita y socialización) y superiores (pensamiento creativo, pensamiento crítico, pensamiento resolutivo y pensamiento ejecutivo). Desde estas capacidades se consigue el talento, como máxima expresión de la inteligencia cognitiva.
- Inteligencia afectiva: se considera como un conjunto de procesos afectivos, valores, actitudes y microactitudes. De este modo, cognición y afectividad están relacionadas en la vida de las aulas. Los valores y las actitudes son el envolvente de las capacidades y destrezas.
- Inteligencia como arquitectura mental o arquitectura del conocimiento: está compuesta por un conjunto de estructuras y esquemas mentales (arquitectura del conocimiento). Y de este modo, se analiza cómo se construyen estos esquemas (proceso cíclico del aprendizaje científico, constructivo y significativo) y cómo se articulan y almacenan en la mente, diferenciando entre hechos, datos, información, conocimiento, sabiduría y talento.
- Inteligencia como una propiedad del cerebro (mente): Esta visión tiene como soporte teórico los desarrollos de la neurología y la neuropsicología. Las investigaciones neurológicas han evolucionado de concepciones que relacionaban la inteligencia con la cantidad de tejido cerebral hasta concepciones que se han especializado en localizar las zonas del cerebro que sirven a cada una de las funciones. Se han identificado unidades funcionales que sirven a funciones microscópicas, como por ejemplo las perceptivas y funciones más complejas como las relativas al procesamiento lingüístico y espacial. Los estudios parecen demostrar que existe una base biológica para las inteligencias especializadas.
- Inteligencia como una conglomerado de capacidades (aptitudes): bajo esta visión se agrupan concepciones de inteligencia que exploran tanto el conocimiento adquirido por el sujeto, como las capacidades no adquiridas, ni vinculadas a contenidos concretos (aptitudes y potencialidades). Algunas de las más importantes son la inteligencia como un factor general o factor “g” de inteligencia, el cual se mide con diferentes tareas en una prueba de inteligencia (Spearman y Terman), y la inteligencia multifactorial, independientes entre sí y que pueden ser medidas a través de distintas tareas (Thurstone y Guilford).
- Inteligencia asociada a las teorías cognitivas de procesamiento de información: Este tipo de inteligencia se mide en términos de velocidad de procesamiento de información, para ello, se han ideado tareas para medir esta competencia. Estas tareas pueden identificar los procesos implicados en el procesamiento de información y sus propiedades temporales. Dentro de este enfoque se considera que la inteligencia en un sujeto se puede medir por su tiempo de reacción o latencia de respuesta.
En
conclusión, la inteligencia es la capacidad de comprender y ésta es diferente
en las personas; es una destreza o habilidad para razonar e imaginar que les
permite integrar respuestas complejas y lograr resolver de manera eficiente
situaciones problemáticas, como las que encontramos en el entorno escolar, las
relaciones humanas y en general, del
mundo al que pertenecemos; el aprendizaje es un cambio relativamente permanente
en la conducta que nos permite obtener conocimientos que asimilamos por medio
de la práctica o la experiencia, por lo tanto, podemos decir que el
conocimiento es parte de la inteligencia, mas no es la inteligencia misma.
REFERENCIAS
Gardner, H. (1995). Estructuras de la Mente. La Teoría de las
Inteligencias Múltiples.
México: F.C.E
Gareca, S. B. (s.f.).
CULTURA, INTELIGENCIA Y FRACASO ESCOLAR. Revista Iberoamericana de Educación
(ISSN: 1681-5653), 2-3.
Kornhaber, M. L. y Gardner, H. (1991). El pensamiento crítico a
través de las inteligencias
múltiples. En: Maclure,
Stuart y Davies, Peter. (1991). Aprender a pensar y pensar en aprender.
Barcelona: Gedisa,
López, M. R. (2009). La
inteligencia escolar, aplicaciones al aula. Una nueva teoría para una nueva
sociedad. Santiago de Chile: Editorial Conocimiento .
Pueyo, A A. (1996). Inteligencia y Cognición. Barcelona: Paidós.